La terapia holística pretende restaurar la armonía y la función óptima del organismo.
Cuando pensamos en nuestra buena salud, hemos aprendido a atender el cuerpo físico. Sin embargo, los seres vivos somos mucho más complejos que eso y para lograr nuestro bienestar total, necesitamos encargarnos de todas las áreas importantes de nuestra vida.
Afortunadamente existe la terapia holística que nos lleva a un enfoque que contempla a las personas en su totalidad, sabiendo que varios aspectos del ser están interrelacionados.
La palabra “holístico”, se utiliza para promover un estilo de vida saludable y la identificación temprana de desequilibrios fisiológicos. La intención es tratar a los seres vivos de manera respetuosa, particular y humanizada, entendiendo que cada cuerpo y cada individuo tiene sus propias necesidades.
El objetivo de la terapia holística es encontrar el origen del padecimiento y lograr salud plena, mediante el equilibrio del cuerpo, los pensamientos, las emociones y las relaciones interpersonales de cada ser.
La terapia holística no suprime síntomas, busca estimular y establecer los procesos naturales de autorregulación del cuerpo para promover la curación. Los procedimientos abordan tanto síntomas como posibles causas más profundas.
La terapia holística es siempre natural, con técnicas preventivas y curativas, que tratan por ejemplo, alteraciones del estado de ánimo, insomnio, depresión, ansiedad, estrés, dolores físicos, contracturas, migrañas, hernias, enfermedades crónicas, entre otras. Además puede ser utilizada por personas de cualquier edad, desde la edad pediátrica hasta adultos mayores.
Reconocimiento de la terapia holística
Fue en 1946 cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió la salud como “un estado completo de bienestar físico, mental y social y no solamente como la ausencia de afecciones o enfermedades”.
Desde entonces lo integral comenzó a adquirir seriedad y a ser parte de investigaciones. En 1992 dicho organismo incluyó “la armonía con el medio ambiente” como un elemento esencial para que una persona pueda considerarse totalmente saludable.
Actualmente la OMS reconoce que en todo el mundo lo integral es un pilar de la prestación de servicios de salud, o su complemento. Admite que “es una parte importante y con frecuencia subestimada de la atención de salud”, aún cuando se practica en todos los países del mundo, y la demanda va en aumento.
Equilibrio del cuerpo y la mente
Gracias a un cuerpo sano, libre de padecimientos , podemos movernos, tener fuerza y vitalidad para las actividades del día a día.
La terapia holística recomienda llevar una alimentación saludable y lo más natural posible, alejada de productos contaminados, llenos de conservadores y colorantes. También es importante hacer ejercicio, dormir adecuadamente y evitar sustancias tóxicas.
Por mucho tiempo, en los diagnósticos convencionales, no se incluía el bienestar mental. Sin embargo, para la terapia holística los pensamientos, creencias y emociones son tan importantes como el cuidado del organismo.
En lo integral es imprescindible aprender a gestionar los pensamientos y las emociones que surgen de ellos. Es necesario tener una relación natural y honesta con lo que sentimos ante cada situación de la vida.
Además es importante enfocarse en el bienestar más que en los síntomas o los padecimientos que se manifiestan en el cuerpo.
Relacionarse con otros seres es otra de las necesidades del ser humano. La convivencia determina de alguna manera las decisiones, las preferencias, los estados de ánimo y muchos pensamientos y costumbres.
Sin embargo, relacionarse con iguales no siempre es sencillo, pero la terapia holística busca formas adecuadas y sanas para poder compartir la vida con otras personas.
Acercamiento a la terapia holística
Según la OMS la medicina complementaria, como es la terapia holística, es un grupo amplio de prácticas sanitarias que no están integradas en el sistema sanitario que prevalece en cada país.
Así, la terapia holística ofrece un modelo no tóxico, de curación y prevención para la población mundial que padece algún tipo de enfermedad crónica o degenerativa.
Su objetivo es brindar un enfoque global de la salud, mediante el uso de métodos naturales para fortalecer y restaurar los mecanismos de autorregulación y curación con los que cuenta el cuerpo humano. De ahí que sea de suma importancia entender y actuar frente al padecimiento de forma individual, pues cada condición tiene un punto de vista genético, metabólico, epigénico, energético y emocional.
La terapia holística ofrece la ventaja de no presentar efectos secundarios y de contribuir al equilibrio del organismo, manteniéndolo saludable al proporcionar el estímulo adecuado.
Esta medicina no rechaza por completo los enfoques convencionales, sino que pueden acompañarse uno de otro, según las necesidades de las personas.
Entre las posibilidades de la terapia holística también están la homeopatía, acupuntura, esencias florales, osteopatía, quiropráctica, fitoterapia, reiki, yoga, reflexología, tai chi, meditación, respiración, atención plena, entre otras.
Antes de comenzar una terapia holística es fundamental acercarse a un terapeuta calificado, y observar que durante la primera consulta se aborden síntomas, antecedentes, objetivos y necesidades individuales de manera respetuosa.
Es importante mantener un compromiso con el proceso de desintoxicación, prevención y curación, así como seguir las indicaciones del especialista en salud y mantener un estilo de vida saludable.
El estado de salud o las enfermedades no son producto de una causa única, sino el resultado de diferentes y múltiples factores que se relacionan entre sí. Por tanto, cualquier persona que desee aprender a tener una vida saludable, puede acudir a una terapia holística.
La Medicina Biorreguladora de Sistemas (MBrS) aborda la enfermedad desde una óptica holística, entendiendo al paciente como una red integrada psico-neuro-inmuno-endocrino-metabólica-microbiota; su objetivo no es silenciar síntomas, sino restaurar la autorregulación fisiológica.
Parte de la multicausalidad (genética, epigenética, estilo de vida, exposoma y contexto psicoemocional) para identificar nodos de disregulación y modularlos con intervenciones multimodales: nutrición antiinflamatoria, actividad física, sueño reparador, manejo del estrés, corrección de déficits y soporte biorregulador con micronutrientes/fitocomplejos. Cuando procede, incorpora micro/bajas dosis con racionalidad hormética.
El progreso se verifica con biomarcadores y analiticas reportadas por el paciente, permitiendo ajustes interativos cada 4–12 semanas hasta alcanzar estabilidad funcional.
